lunes, 5 de marzo de 2007

La Mancha presa!


La Mancha tras las rejas

A través de un proyecto conjunto entre la Mancha de Rolando, la ONG Arde la Ciudad y el Ministerio de Cultura, la banda de Avellaneda tocó en el penal de máxima seguridad de Ezeiza. La crónica de Leo Bachanian.

Como si necesitaran avisar que lo que viene es el país del encierro, la colectora que desemboca en el Complejo 1 de Máxima Seguridad de Ezeiza está cercada a los dos costados. La escenografía es de alambre y de color gris. Gris del alambre, gris de las paredes del penal y gris de un cielo nublado que está por cantarle KO al sol. "Sólo toca la Mancha. ¿Qué te pensás, que es Woodstook esto?", le dice, y se ríe, el oficial del Servicio Penitenciario Federal Reinaldo Ocampo a un compañero que llama a la administración. Allí donde esperamos que, a pesar del cambio de look, se convenzan de que somos –fotógrafo y cronista- los mismos que devuelven las fotos de nuestras cédulas.
Con el identikit resuelto seguimos hasta el final del pasillo donde una camioneta espera para acelerar el arribo al Módulo 4, el de los jóvenes adultos. Son 270 chicos, el 90 por ciento sin condena, de entre 18 y 21 años distribuidos en seis pabellones de 50 celdas cada uno que rodean una canchita de fútbol. En una de las áreas, La Mancha de Rolando plantó sus instrumentos; en el círculo central la consola distribuye sonido; y en las terrazas diez hombres del Grupo GEOF se apuestan armados y con pasamontañas justo cuando el sol parece dar vuelta la pelea. Por el césped caminan los miembros de Arde la Ciudad, una ONG que lleva el nombre del tema emblema de la banda de Avellaneda –el grupo también la cofundó- y que apoya, fomenta y difunde temáticas referidas a la protección de los Derechos Humanos. Ellos, junto al Ministerio de Cultura de la Nación, organizaron este recital.
Con las manos atrás y la mirada al piso, los chicos recorren el corredero interno hasta pisar el campo. Primero un pabellón, después otro, y así. "Estamos acá porque cometimos un error. Ahora hay que lucharla y aguantarla acá adentro", dicen, mientras ofrecemos cigarrillos y el celador les pide tranquilidad cuando se abalanzan sobre el paquete. "Nos despeja todo esto. Por unas horas no estamos dentro de un penal, estamos en la calle", aseguran. Es que no sólo los motiva el rock, sino el estar aire libre. Sólo cuatro horas por día tienen contacto con las nubes, desde un pequeño patio que da al comedor. "La gente esta se tomó la molestia de venir para que nosotros estemos un ratito bien. Y eso tenemos que valorarlo un montón. Estas cosas te tocan el rolo (corazón) y te hacen pensar un poco más, te golpeás y valoras más las cosas", cuenta Pablo, quien se apura en mandar un saludo a su hijita Iara Candela, que nació la semana pasada. "Van a pasar tres o cuatro meses hasta la vea", se resigna...
A unos metros, el que observa atento es Daniel "Tractorcito" Cabrera, aquel célebre preso que se escapó a pie de la Jefatura de Policía en 2000, que solía robar blindados y que hoy cumple condena por múltiples causas en el Módulo 1. A su lado, dos guardias que le hacen sombra podrían ser dos buenos stoppers de cualquier equipo de Bilardo. "Esto es algo maravilloso. Me llena de alegría que se pueda ayudar a los chicos", suelta. Volvemos con los pibes y explican que si no fuera por los acordes de La Mancha ahora estarían tomando mate en la celda. Cada palabra viene acompañada de "un saludo para ...". Muchos parecen tener menos de 18 años. El acné es el rasgo adolescente fetiche. Están sentados y si no fuera por el contexto de rejas podrían pasar como chicos que disfrutan una tarde en la colonia, a la espera de que toque el grupo favorito.
Reconocen que "Arde la Ciudad" es el tema que conocen de la banda, pero que en los pabellones la cumbia reina. "Yo pienso en cambiar", asegura Pablo. "Dale contate otro de gallegos", descree otro. "Vos pensás eso, y otros piensan en salir piola y fue. Yo tuve una hija y eso te toca el rolo. En la calle están todos, cuando estás acá... sólo tu familia", devuelve. "Es poner un poco de voluntad y salir adelante", sigue. "Naciste para esto y morís con esto. Naciste delincuente y vas a morir delincuente. Nosotros salimos de acá y no tenemos nada, tenemos lo puesto. Otra no nos queda que poner el pecho y salir a robar", remata desesperanzado y descreído.
No cantan, pero aplauden cada tema. "Nos vemos afuera", tira Manu Quieto, el cantante. El descreído también aplaude. ¿Habrá empezado a creer?

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